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Perros EL ETÓLOGO DICE 01-11-2014
Cómo saber cuándo estamos listos para tener otra mascota.

La ausencia de un animal de compañía nos sacude, ya sea por pérdida (extravío, robo) o muerte (por enfermedad,  que puede ser a cualquier edad, accidente o vejez).
Antes de traer un nuevo compañero a nuestra vida debemos preguntarnos: ¿Qué esperamos cuando traemos a un animal de compañía a nuestra vida? ¿Estamos dispuestos a dejarlos ser y vivir una fantástica y única aventura, o los traemos a cumplir una expectativa?



Después de la pérdida de nuestro compañero es normal que se experimente un amplio espectro de emociones, desde incredulidad, dolor, tristeza, rabia, culpa y ansiedad, hasta llegar a la aceptación.  
El extravío o robo es un suceso inesperado, que conlleva casi siempre además de los mecanismos mencionados, sentimientos de culpa además de la angustia por no saber si está en un lugar seguro o será maltratado. La muerte por accidente puede generar un duelo muy similar.
La muerte por enfermedad ayuda a elaborar el duelo a través de la enfermedad y permite a las personas despedirse incluso de su animal de compañía .



Es común que los mecanismos de defensa aparezcan en desorden o todos a lo largo de un mismo día; con el tiempo se van regulando y serenando hasta que se llega a la aceptación.
No todas las mascotas llegan a ser realmente significativas, sin embargo cuando las hemos elegido como nuestro objeto de amor, su pérdida puede ser altamente dolorosa. Es cuando se convierten de mascota a Animal de Compañía.

El caso de un vínculo afectivo fuerte, ya sea porque el animal de compañía llegó en un momento difícil en nuestra vida y su presencia/actitudes/juego con nosotros nos ayudó a sobrellevar el trance, o porque se convirtió en una verdadera motivación  a diferentes niveles, desde salir a hacer ejercicio para pasearlo, hasta levantarse para atenderlo, hace que la  ausencia trastorne nuestra vida.
Ante ésta posibilidad,  las personas requerimos de darnos un tiempo para sanar,  el cual ha sido determinado de forma general en un período de entre 3 meses y 2 años,  sin embargo cada uno de nosotros tenemos nuestro propio tiempo.
El tiempo estará determinado de acuerdo a nuestro aprendizaje y experiencias anteriores y dará paso a un proceso llamado  "elaboración del duelo".

Con la elaboración del duelo damos significado a la  muerte de ese animal de compañía , mismo que evidentemente no representa al animal de compañía como tal y si posiblemente a un miembro más de la familia o incluso al único familiar.
Hay múltiples casos, desde la sensación de que “es el único ser vivo que me entiende”, pasando por familias donde algún miembro de la misma siente que su único “aliado” es el animal de compañía o casos de personas solas cuya única compañía real es su animalito.

Vivir el dolor de la pérdida es el principio de la curación. Si uno no lo vive y evita por  todos los medios la aflicción, comienza un duelo enfermizo que genera en la persona una rigidez emocional que podría llevarla a no querer tener otro compañero animal para no volver a sentir esa tristeza. Permitirse expresar los sentimientos libremente y discutirlos con alguien que sepa escuchar es muchas veces la mejor manera de comenzar este proceso.

El acudir con un Tanatólogo puede  ayudar a comprender y a asimilar el dolor.
Hablar del tema alivia el corazón y permite integrar la muerte a la vida. Al término del proceso de elaboración del duelo estaremos listos para reintegrarnos a la vida cotidiana, habiendo aceptado su muerte como un suceso natural e inevitable, o en el caso de pérdida, como algo que ya no podemos remediar.

Cuando somos capaces de recordar con felicidad y afecto, sin tanta tristeza y dolor, estaremos en condiciones de tomar una decisión sobre si debemos o no adoptar a un nuevo compañero, cada uno en nuestro tiempo y posibilidades.


Algo que hay que observar y  que indica que la persona no ha terminado de trascender la experiencia y por lo tanto no está lista para adquirir otro animal de compañía es cuando el  primer instinto es conseguir un animalito de la misma raza o que se parezca físicamente a el que se ha perdido.

Si el motivo detrás de esto es conseguir a la mascota en un perro/gato/canario, etc.  nuevo, las posibilidades de fracaso son altas.
Inevitablemente estaremos esperando que este animalito se comporte igual al animal de compañía que hemos perdido.  Dicha pretensión le generará sufrimiento tanto a la persona como al animal, debido a la presencia inevitable de emociones como la frustración y la culpa en la persona, y en el animal de compañía el dolor al rechazo y/o maltrato. Recordemos que cada animal es único e irrepetible, como lo somos los seres humanos.
Hay que analizar por qué queremos a determinado animalito. Si vemos algún dejo de comparación entre el nuevo y el que hemos perdido, es momento de detenernos. Quizás hay que dejar pasar más tiempo para sanar.
Una buena opción como termómetro para medir nuestros sentimientos es gradualmente entrar en contacto  con animales.

Si la pérdida fue de un perro o gato, podemos  participar con asociaciones que permiten pasear perros adoptables, convivir con ellos o colaborar en programas de readaptación de animales rescatados en refugios, ya sean perros o gatos. El contacto constante con otros animales sin que sean propiamente nuestros nos ayudará a sanar poco a poco y a reconocer cómo nos sentimos.

En colaboración con:
Guadalupe Flores Millán, Psicoterapeuta con Esp. En Tanatología.
Sarahí López, MVZ  Tanatóloga.
Sigfrido Domínguez, Etólogo.

Fotos:
splashparenting.com
wikihow.com

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