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17-06-2014
¿Pueden deprimirse nuestras mascotas?
Con el clima nublado, algunas personas se deprimen. Como solemos hacer con frecuencia, nos proyectamos en nuestras mascotas y a veces interpretamos sus conductas, humanizándolas, de modo que es común el llevarlas al médico veterinario, preocupados porque están “deprimidos”, a nivel clínico.
De acuerdo a algunos veterinarios consultados, aunque no es viable el diagnosticar depresión en mascotas, se usan antidepresivos en algunos casos, aunque nunca diagnosticados como depresión: cuando se recetan, son para tratar trastornos obsesivos-compulsivos y ansiedad de separación.
Volvemos al punto: ¿existe la depresión en mascotas?
Bueno, no se ha comprobado pero hay comportamientos que se relacionan fácilmente como depresión.
Como el resultado no es medible físicamente, el comportamiento o cambio de éste es crucial. Por ejemplo, sabemos que los gatos reaccionan con estrés cuando hay cambios en su medio ambiente, como una mudanza o el agregar otra mascota o persona a la casa (qué tal, por ejemplo, que la novia se mude a casa del novio con su gato. El gato del novio puede resentir el cambio).
También hay evidencia de mascotas que tienen un proceso de duelo, que parece casi de humano.
Lo bueno (o malo, como se quiera ver) es que quienes detonamos estas conductas en gran medida somos nosotros, los dueños, con lo que sabiendo que puede pasar y observando a nuestra mascota, podremos ayudar a que sea menos grave o hasta evitarlo.
Hay una serie de indicadores externos que nos ayudarán.
Basta con conocer a nuestra mascota y observar si en su actitud hay variaciones, cosas como notarlo apático y desinteresado ante cosas que antes lo emocionaban, somnolencia o falta de apetito pero excesiva sed (a excepción de que sea verano, desde luego).
Los animales adoptados suelen ser más sensibles a los cambios, debido a sus experiencias previas de abandono o maltrato.
Si sospechamos que nuestra mascota está deprimida, también ayudará hacer algo de autoanálisis acerca de nuestra relación con él. ¿Le estamos prestando la atención adecuada? Si no le hacemos demasiado caso se sentirá alejado de su familia.
También hemos de observar si se aburre, si pasa demasiado tiempo solo o si en casa hay tal desorganización que la mascota no puede establecer hábitos. En caso de que nuestra mascota viva atado o encerrado es claro candidato a padecer una depresión, aunque si lo tenemos así, lo más posible es que tampoco nos importe su estado de ánimo y no estaríamos leyendo esto.
Claramente todo lo que se ha comentado está muy ligado al primer punto, la falta de atención, con lo que si pasamos tiempo con él y le damos afecto, integrándolo en la "manada", no pasará tiempo solo y no se aburrirá, con lo que se recuperará de la depresión (o la evitaremos en caso de no llegar a ese punto).
Las mascotas nos ayudan a capotear nuestros momentos difíciles; podemos retribuirlos en igual manera. Aunque no esté comprobado clínicamente si padecen depresión, la realidad es que ese lazo que creamos con nuestra mascota nos hace entender cuando está triste sin motivo aparente y de la misma manera, podemos sentir si está “deprimida”.
También, y además de mejorar nuestra relación con nuestro peludo, se recomienda que si tiene que pasar bastante tiempo solo a lo largo del día, se le deje puesta la televisión o la radio para que se entretenga y se sienta más acompañado.
De nuevo vemos similitudes entre nosotros y nuestras mascotas, ya que también utilizamos esos medios para sentirnos acompañados cuando estamos solos.
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