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Perros BÁSICOS SOBRE MASCOTAS 01-11-2014
Cómo prepararnos para la pérdida de nuestro animal de compañía.

Las mascotas viven vidas relativamente cortas. Y para muchos de los que las amamos, su muerte puede afectarnos tanto o más que la de un pariente o un amigo. Y sin duda, son muy pocos los que pueden no ser tocados por el deceso de un animal de compañía.

El tema es difícil de tratar y genera muchas preguntas. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que el final se acerca? ¿Cuáles son los síntomas que deben alertarnos?



“Todo depende del tipo de patología clínica que está afectando al animal. Si es geriatra,  el desmejoramiento es progresivo y lento. Cada vez duerme más y se mueve menos, come muy poco, está poco dinámico e indiferente con el medio que lo rodea”, dice  el doctor Ricardo Bruno, veterinario especialista en comportamiento animal.

Hay que tener en cuenta algunas particularidades: “los perros y gatos tienen diferentes formas de adaptarse al envejecimiento y también de demostrarlo”, señala el doctor Fernando Catrina, director del Centro de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento de Problemas de Comportamiento en Caninos y Felinos de la Ciudad de Córdoba, Argentina.

En los gatos, explica Catrina, un signo de envejecimiento es la falta de aseo. Dejan de acicalarse (lamerse) y se les empieza a formar bolas de pelos apelmazados, debido a dolores vertebrales.
Pueden empezar a comer menos debido a dificultades al masticar por gingivitis (inflamación de encías), placa y sarro dental y pérdida de piezas dentales.



Los perros, por su parte, dejan de moverse tanto: se quedan quietos y permanecen más tiempo echados. Pueden perder capacidades aprendidas durante su juventud, como dónde hacer sus necesidades.
También tienen diferencias con nuestra forma de actuar en estos casos. “Las personas esperamos que las mascotas se quejen de dolores como lo haríamos nosotros. Pero no es así, ellos lo soportan disminuyendo la movilidad”, comenta Catrina. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el envejecimiento en los animales se produce en todo el organismo, no sólo en su aspecto exterior a través de las canas o las cataratas.

En familia: la triste espera.
“Si el proceso es natural, como sería con una mascota geriatra, lo mejor es hablar con los niños si ellos están en edad de comprender. Si la situación se debe a una enfermedad repentina o a un accidente es mucho más difícil de superar. Las etapas de este proceso son exactamente las mismas que las estudiadas en el ser humano ante la pérdida de un ser querido”, señala Bruno.

Por su parte, Catrina sugiere tratar de comprender que la muerte es parte de la vida. “No hay mejor forma de enfrentar a nuestros niños al proceso ‘natural’ del fin de la vida, como lo es el envejecimiento. Debemos tomarlo como tal, lo más natural posible. Todo empieza y todo tiene un final”, concluye el especialista.

Los animalitos simbolizan diferentes cosas en  cada uno de nosotros. Puede ser el niño que todavía no hemos concebido, o quizás el que todos llevamos dentro. Puede reflejar al compañero o al padre ideal, siempre fiel, paciente, que nos da la bienvenida al llegar a casa y nos ama incondicionalmente.



Es como un amigo y un hermano al mismo tiempo. Nos refleja a nosotros mismos, al incorporar nuestras actitudes negativas y positivas. Un mismo animal puede ser todo esto al mismo tiempo, dependiendo del día y de la persona con que trate.

Cuando muere, sabemos que nuestro profundo dolor será reconocido por nuestros parientes, amigos y compañeros de trabajo. Pero difícilmente esas personas puedan sentir la profunda tristeza que abarca nuestro ser, al momento de tener que decirle adiós a nuestra mascota. Lo cierto es que el proceso de duelo por su muerte, no es diferente al que se realiza por el fallecimiento de un ser humano, mas allá de que para la sociedad no haya ningún tipo de comparación.

Si te sientes incomprendido por las personas que te rodean, debes saber que no tienes que justificarle a cada uno de ellos la razón de tu tristeza, y tampoco criticarlos por ello: la bendición de recibir el amor del animal no es un privilegio del que gozan todas las personas.
Pero seguramente conseguiras gente que entienda la magnitud de tu dolor. Habla con un veterinario o con el dueño de otra mascota.

Si esto no es suficiente, puedes dirigirte a grupos de autoayuda conformados por profesionales  (tanatólogo)y por gente que ha padecido el mismo problema. También puede ser que el dolor causado por la pérdida, active en tu persona viejos conflictos no resueltos en el pasado, por lo que tal vez necesites ayuda espiritual, religiosa o psicológica.

Ten  en cuenta que esto también puede ser tomado como una oportunidad para crecimiento emocional. Nada te hará perder el valor de los gratos momentos compartidos con tu animal de compañía, y todos esos recuerdos serán el mejor testamento que puedas dejarle a tu querido peludo.



Explicando la muerte de una mascota a un niño.


Es natural que intentemos proteger a nuestros hijos de las situaciones adversas y dolorosas. Sin embargo, muchos adultos se sorprenden al ver lo bien que los niños asumen estas experiencias, sobre todo cuando se les dan explicaciones claras y honestas. Esto es así porque desde muy chicos, los niños comienzan a comprender el concepto de muerte, aunque sea a nivel inconsciente.

Los niños son capaces de entender –cada uno a su manera- que la vida no es infinita. Apóyalos reconociendo su dolor. La muerte de una mascota puede ser una buena oportunidad para demostrarle la seguridad que puedes otorgar a tu familia en situaciones extremas.

Niños de dos y tres años:
A esta edad, los niños no suelen tener comprensión de la muerte. Lo ven como una forma de sueño, por lo que se les debe aclarar que el animal ha muerto y no volverá. Sus reacciones frente a la noticia pueden ser de pérdida temporal del habla y de necesidad de acompañamiento.
Debes tranquilízalos diciendo que la muerte del animal no tiene ninguna relación con algo que haya dicho o hecho el niño. Es muy común que a esa edad, los niños acepten fácilmente a otro animal en reemplazo del que ha fallecido.

De cuatro a seis años:
A esta edad existe una cierta comprensión de la muerte, aunque  se la relaciona con otra forma de vida. Pueden creer que el animal se fue a vivir debajo de la tierra, pero que continúa comiendo, respirando, y jugando.
También pueden pensar que está dormido. Muchos se sienten responsables de la muerte por algo que le hayan hecho, por lo que debe dejársele en claro que no tuvieron ninguna responsabilidad.

Otros creen que la muerte será contagiosa y lo afectará a él o a algún miembro de la familia, por lo que también aquí deben dárseles explicaciones amplias y claras.
Las formas de expresar su pena pueden también ser por alteraciones en el sueño y la ingesta de comida, así como por la incontinencia temporal. Lo ideal es que los padres les hablen constantemente, para evacuar todas sus dudas y conflictos.

De siete a nueve años:

En esta etapa los niños saben que la muerte es irrevocable. La mayoría no la asocia con la de su propia persona, pero puede que algunos chicos lo hagan con la de sus padres. Por ello, los padres deben ser muy cuidadosos en sus respuestas, hablándoles de forma franca y honesta.
Algunos chicos podrán expresar su pena con problemas de aprendizaje, comportamiento antisocial, falta de atención en la escuela, hipocondría, o agresiones físicas. Muchas veces, estos síntomas no se manifestarán espontáneamente sino algunas semanas o meses más tarde.

Adolescente:

Aunque muchos de ellos tienen reacciones adultas, otros exhiben diferentes tipos de negación. Esto puede tomar la forma de una “cerrazón” emocional, por lo que aunque sufran la pena de la perdida, no lo demuestran. Es importante entonces que el adulto sepa comprender el problema y lo ayude.

La pérdida de nuestro animal de compañía es un trago amargo pero inevitable.
Cada uno de nosotros experimenta un luto diferente. Algunos lo  viven de una forma muy privada, mientras que otros se recuperan rápidamente.

A ciertas personas les reconforta adquirir un nuevo animal al poco tiempo, mientras que a otras no les gusta esta actitud, por sentir que están siendo desleales con la memoria de su animal. En todo caso, no te apures a tomar un animal como reemplazo. Date tiempo para asimilar el duelo.


Fuente:
*http://www.enplenitud.com/la-parte-triste-de-tener-una-mascota.html
*Vanesa Lopez, para EntreMujeres
 http://entremujeres.clarin.com/mi-mascota-y-yo/perro-gato-muerte-anos-enfermo-viejo-sintomas-saber-duelo-hijos-salud-veterinario_0_991700917.html

Fotos:
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