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20-05-2015
No compres pericos.
Los pericos no son como los pintan: ¿qué tanto sufren al ser cazados?
Estas aves atraen a los traficantes con su gran belleza y docilidad, además de que ofrecen grandes cantidades por ellas en tiendas, mercados establecidos y sobre ruedas. Las personas confían en los vendedores y pagan, sin conocer que están alimentando a una práctica ilegal que afecta a la fauna de la nación.
Vas caminando por la calle da hacia tu casa. Como siempre, estás preocupado en encontrar las llaves que abren el portón. El ruido de los autos te hace sentir todavía en el transporte público. Pero hoy es diferente. Mientras te recargas en la pared de tu vecino, escuchas un “¡hola!” efusivo. Volteas y no hay nadie detrás de ti. De nuevo esa voz rasposa te saluda: es el nuevo perico que acaba de comprar don Juan.
El animal no sólo saluda, también dice groserías y chifla. Lo alimentan con chiles verdes y semillas. Para ti, eso es una crueldad; ninguna especie debe ser tratada de esa forma. Investigas en internet y artículos especializados. Te das cuenta que está prohibido vender este tipo de aves. No obstante, en México el tráfico y captura de pericos todavía es común. ¿Los compradores tienen toda la culpa? ¿Qué tienen de especial las especias mexicanas a nivel mundial?
Los pericos más bellos del ejido
En nuestro país existen más de 22 especies de pericos y guacamayas, las cuales pertenecen a la familia de los psitácidos. Según la página Pericos mexicanos en peligro, 96% estas aves puede desaparecer. Once tipos se encuentran en peligro de extinción, seis están amenazadas y cuatro tienen protección especial. Siete de ellas sólo existen en México.
Las aves que pertenecen a estos sectores vulnerables son: guacamaya roja, guacamaya verde, perico cabeza amarilla, perico nuca amarilla, perico tamaulipeco o cabeza roja, perico corona lila o montañés, perico cabeza azul, cotorra serrana occidental, cotorra serrana oriental, loro cabeza oscura u orejirrojo, periquillo de socorro (peligro de extinción); perico cabeza blanca, periquito verde o quita, periquito centroamericano, periquito barrado, periquito señorita o ala amarilla, perico yucateco (en amenaza); periquito pechisucio o azteca, periquito frentinaranja o atolero, periquito catarina o azulado, perico frente blanca o guayabero (protegidas especialmente) y perico cachete amarillo o cucha, quien no cuenta con clasificación específica.
Estas aves atraen a los traficantes con su gran belleza y docilidad, además de que ofrecen grandes cantidades por ellas en tiendas, mercados establecidos y sobre ruedas. Las personas confían en los vendedores y pagan, sin conocer que están alimentando a una práctica ilegal que afecta a la fauna de la nación.
Captura de pericos: largos viajes con altos costos ecológicos
El artículo “Aves: ¡un buen negocio!” publicado por Radio Atlacomulco el año pasado, demuestra que los traficantes de aves psitácidas arriesgan sus vidas y las de los pericos con tal de ganar dinero a través del testimonio de Raúl, pajarero del Estado de México quien declara que es difícil capturar a los animales porque se enfrentan a la fauna del bosque y a las autoridades, por lo que deben trabajar de noche y caminar varios kilómetros; algunas veces, viajan a otros estados como Veracruz y Tabasco para cumplir su cometido.
La forma de captura es la siguiente: colocan jaulas de madera que en su interior contienen frutos rojos o pingüicas, que atraen al perico. Ya que se encuentra dentro, se mete la jaula en una más grande, de aproximadamente un metro por setenta centímetros. Ahí se colocan a todas las aves para que se tranquilicen durante el traslado.
Otros métodos son usar ramas de más de dos metros de largo con resina, para que el animal quede pegado o emplear redes y trampas de hilos. Por cada especie apresada, ganan 60 pesos; al día obtienen de 400 a 500 pesos, con lo que cubren sus necesidades básicas.
Las rutas de contrabando se extienden por toda la República Mexicana pero se concentran en el estado de Chiapas, en las regiones de Palenque, Ococingo, Reforma, Ixtacomitán, Tuxtla Gutiérrez, Comatitlán, Mapastepec, Pijijiapán, Tonalá y Arriaga.
Pero no las especies todas corren con la misma suerte.
El estudio “El tráfico ilegal de pericos silvestres en México” realizado por Juan Carlos Cantú y María Elena Sánchez para el Seminario sobre tráfico ilegal de vida silvestre en 2012, dice que el 77% de los pericos recogidos de su hábitat natural muere durante el traslado y venta, ya sea por asfixia, estrés, enfermedad o deshidratación.
Anualmente, mueren de 50 a 60 mil pericos.
Y la legislación, ¿dónde está?
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) ha realizado diversas campañas y decomisos de pericos desde 1990, los cuales se intensificaron de 1995 hasta la fecha. En 1995, se decomisaron 2052 especies; para 2012, la cifra disminuyó: sólo se rescataron 192.
Las causas de que la retención pericos por parte de las autoridades bajara, fue la veda impuesta en 2008 por la Ley General de Vida Silvestre en la que se prohibía cazar psitácidos y la importación y exportación de este tipo de aves.
Según la nota “El tráfico de pericos bajó luego de prohibirse su venta legal en México” escrita por William Turner y publicada en CNN en 2011, otro factor fue la presión que las asociaciones civiles interesadas en este tema ejercieron en el gobierno mexicano a través de campañas donde concientizaban a la gente para que no adquiriera este tipo de animales.
Aunque esta ley ha evitado que muchos pericos mueran, todavía hay algunos pajareros que dedican su vida a destrozar ecosistemas y fauna sin pensar en los daños ecológicos en los que incurre, como la extinción de las especies.
Por esta razón,
no se deben comprar pericos en la calle o en los tianguis
sino en lugares establecidos que cuenten con el permiso de venta otorgado por PROFEPA, el cual tiene un costo de 700 a 1000 pesos. No contribuyamos a que más psitácidos desaparezcan de nuestro país.
Fuente: Angélica Ferrer, Por debajo de las piedras, para mx.noticias.yahoo.com
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