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01-07-2015
¿Sabes interactuar con un perro ciego?
Todos nuestros perritos interpretan su entorno mediante la mezcla de información del exterior que filtran, al igual que los humanos, por sus cinco sentidos. Lo que nos diferencia de nuestros amigos peludos es el nivel de uso que damos a cada uno de ellos.
Por ejemplo, el hombre depende principalmente de la vista para interpretar el entorno. Sin embargo, el perro necesita principalmente del sentido del olfato y en segundo lugar el oído para hacerlo.
No queremos decir que el perro no necesite de la vista, sino que ellos no utilizan tanto espacio y neuronas en sus cerebros para procesar la información visual. Los perros procesan las imágenes de tal modo que el mundo se les presenta como un paisaje más descolorido y borroso, pues su vista se ha desarrollado para captar el más leve movimiento, como herencia de sus antecesores cazadores.
Lo primer que debemos responder es
“¿Mi perro puede ver?”.
Aunque parezca absurda, no es sencilla de contestar. Lo tendremos más claro si nuestro perro ha nacido ciego o se le ha desarrollado una ceguera severa en un corto período de tiempo.
En este último caso, nuestro peludo dejará de hacer la vida normal que acostumbraba y le costará mucho más manejarse por sus espacios habituales; pero si por el contrario, nuestro perro se va quedando ciego progresivamente, la detección del problema se complica.
Si nuestro perrito se queda ciego de
forma progresiva
, no mostrará cambios radicales sino que se irá acostumbrando a ver poco. De cualquier modo, la ceguera puede venir provocada por diferentes enfermedades que dañan distintas partes del ojo; notaremos que nuestro perro se está quedando ciego si utiliza objetos como referencias, camina pegado a la pared o choca casualmente con objetos que no pensaba encontrar en su camino.
Si el perro es
ciego de nacimiento
, la situación nos entristece, pero el problema no lo es tanto si somos pacientes y solidarios. Al ser una dificultad de nacimiento, el perro compensará naturalmente la carencia de vista con otro sentido. Si, con un cachorrito sano tenemos que ir con pies de plomo y estar continuamente vigilantes, con ellos todavía más.
Deberemos ser cuidadosos con sus rutinas, intentando no mover sus cosas de lugar y dándole la máxima seguridad; manteniendo un orden en casa, en sus paseos (permitiendo que se detenga más de lo normal olisqueando) y en toda su vida cotidiana se lo haremos más sencillo. Poco a poco, nuestro perro irá reteniendo en su cabeza todo lo necesario.
Al pasear en la calle las primeras veces, tendremos que dedicarle bastante tiempo, haciendo el mismo recorrido cada día para que pueda ir captando olores y sonidos. Día a día permitiremos que se detenga
lo que sea necesario
para olisquear esquinas, a otros perros o lama la mano de un amigo humano. Sólo así hará su propio mapa mental que le permitirá salir más seguro.
Deberemos evitarle riesgos innecesarios, las zonas peligrosas son los cruces de calles, las coladeras, las escaleras, los balcones, sitios elevados como sofás, mesas o sillas, aunque también objetos fuera de lugar, materiales y enseres peligrosos a su alcance.
Cuando nos comprometemos a cuidar a un perrito, aceptamos que es nuestra responsabilidad proporcionar todos los cuidados necesarios y facilitar su vida.
Ante una situación de ceguera, debemos seguir unas sencillas pautas que le ayudarán en su rutina. En casa podemos ayudarle desarrollando sus otros sentidos con juegos sonoros (pelota de cascabeles) o enseñándole a perseguir nuestros pasos, juego que además de divertirle, le calmará cuando se encuentre en lugares desconocidos; el escondite olfativo también ayudará a desarrollar su olfato, comenzaremos jugando con escondrijos más cercanos que iremos ampliando.
Recuerden premiarlos cuando hagan bien sus actividades y si se desorienta, es conveniente que lo llevemos a un punto de partida que conozca (su camita, el comedero…) para que, a partir de ahí, vuelva a ubicarse mentalmente.
Cada perro, como cada persona, es especial.
Por este motivo, acoger a un perro invidente precisa hacer algunos cambios en el hogar para que nuestro amigo se sienta cómodo; en cierta manera, es comparable a tener un bebé: el hogar debe adaptarse a la peculiaridad del perro, como se adapta a los niños.
Es importante no realizar modificaciones en la disposición de los muebles mientras el perro se adapta a su nuevo hogar, darle confianza al perro a través del olor, dejar un rastro sonoro de nuestros pasos (con un cascabel en el zapato) durante las primeras semanas favorecerá que el animal se ubique y tranquilice al confirmar con el olor que es una persona conocida.
Por último, la palabra es una de las claves para que el perro ciego se acostumbre a nosotros; no deje de hablarle y decirle palabras amables en tono suave, en poco tiempo, su perro ciego se convertirá en un amigo inseparable.
Fuente: Sigfrido Domínguez
Foto:
animales.uncomo.com
seamosmasanimales.com
petcha.com
dogtime.com
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