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Perros EL ETÓLOGO DICE 14-11-2015
¡No humanices a tu mascota!

Dentro de las cosas que podemos hacer para entender a nuestras mascotas está el aprender sus lenguajes corporales: No es lo mismo el lenguaje corporal de un perro, un gato, un loro, que el de un humano.

Dentro de las cosa que NO debemos hacer para comprender mejor a nuestras mascotas, está el humanizarlas.


Como seres humanos, nuestro contacto y relación con otros seres vivos, de nuestra especie o de otras especies, consiste en la asociación e identificación de patrones.
Al conocer otros humanos, solemos observarlos e identificar y asociar sus reacciones, comportamientos y movimientos con los patrones y estándares que tenemos establecidos para nosotros y los demás.

Si por ejemplo, no nos gusta que hablen alto o griten, una persona que grite nos parecerá agresiva, desagradable y amenazadora. No importa si la persona en cuestión tiene los oídos tapados, por ejemplo, y por eso está hablando fuerte.



Del mismo modo tendemos a hacer juicios iniciales para evaluar otras especies y analizar qué tan atractivas/seguras/similares a lo que somos son.

Es común que nos sintamos atraídos a cachorros o animales pequeños, porque nos resultan tiernos e inofensivos, parecidos a un bebé.


El conflicto aparece cuando proyectamos nuestras ideas humanas preconcebidas, necesidades o carencias personales en alguna actitud animal que desde luego, nada tiene que ver con lo que de inicio pensamos o sentimos al interpretar humanamente el comportamiento de nuestra mascota:
El pensar que un perro pueda ser amenazador por estar echado, meneando la cola lentamente y emitiendo gruñidos cortos de tono y volumen muy bajo, cuando en realidad se trata de una invitación a jugar que usan con animales conocidos (incluidos humanos) y de confianza (parte de su grupo).



Consideramos señal de amor (humano) la del gato que se recarga en nuestras piernas con la cola levantada, ronroneando y maullando, cuando en realidad se trata de un ritual de marcaje para convertirnos en “su” propiedad.

Estos son solamente un par de ejemplos de la confusa interpretación humano – mascota o mascota – humano que se puede tener al desconocer el comportamiento, sonidos y posiciones que utiliza un animal para comunicarse, así como nuestro propio comportamiento interpretado por nuestra mascota.
En ambos casos es muy similar a lo que experimenta el turista hispanohablante en cualquier país, por ejemplo Japón,  al no entender ni lenguaje ni escritura de una cultura totalmente diferente a la suya y no poder hacerse entender ni por escrito ni en su lengua materna.  

La clave aquí es no tomar literal nuestra primera interpretación de lo que vemos en el animal, sino recordar lo que conocemos de lenguaje canino, felino, de ave, etc. y así darle la justa interpretación que necesita.



Si tienes dudas al respecto, consulta con un etólogo o revisa alguno de los artículos que hemos manejado aquí sobre lenguaje canino, felino, de aves, etc.

El malentendido en la interpretación de un animal nos lleva a tener una mascota incómoda que termina por ser fastidiosa, poner a prueba nuestra paciencia y desear o que no se portara así o que no estuviera con nosotros.


Fotos:
backyardchickens.com
fwallpapers.com
worldpress.com



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